Cine que explora metalingüísticamente sus posibilidades deconstruyendo la gramática clásica (desde 1945 hasta 1968, en lo que se conoce como realmente la Modernidad) y recomponiéndola posteriormente (desde 1968 hasta principios del siglo XXI, ya más bien en la denominada Postmodernidad). La Modernidad se caracteriza por llevar a cabo quiebras que se oponen al clasicismo y la tradición, ahondando en las posibilidades de la metadiscursividad, la hibridación, la subjetividad, el retorcimiento y multiplicación de los niveles diegéticos, en definitiva, una tendencia a la apertura que llega a encarnar en los casos más conscientes el cine experimental.
Hiroshima mon amour (Alain Resnais, 1959) configura un desgarrador relato absolutamente autoconsciente que engarza el romance con el drama post-atómico en Japón. Las voces narradoras de la pareja protagonistas, sus cuerpos entrelazados (que irán llenándose de cenizas y agua según avance el inicio del filme), las calles de la ciudad e imágenes de la muchedumbre maltrecha y deforme tras el ataque atómico se van sucediendo siguiendo una lógica más poética que narrativa que retuerce el discurso explorando las funestas consecuencias de la II Guerra Mundial. En cuanto a la Postmodernidad, constituye una sensibilidad ambigua puesto que entraña la contradicción de intentar rehabilitar el lenguaje cinematográfico despedazado, restaurando cierta transparencia, con la conciencia de la modernidad asimilada y de las implicaciones reaccionarias inherentes a esa acomodación al sistema. Su estrategia acaba siendo el entretenimiento mediante el espectáculo, el pastiche, el homenaje o la parodia como remedio paliativo destinado a no trascender.
Scary Movie (Keenen Ivory Wayans, 2000) explota el pastiche revisando en clave cómica los clásicos del cine de terror asimilados por el gran público, inscribiéndose así en el seno de la reformulación postmoderna cuyo fin es el mero entretenimiento. En el fragmento seleccionado, la persecución de la protagonista por parte del asesino es desdramatizada añadiendo toda una serie de gags y decisiones extremadamente torpes que ridiculizan los lugares comunes de la tradición a la que parodian, incluyendo además un guiño a Los vigilantes de la playa (Baywatch, Gregory J. Bonnan, Michael Berk, Douglas Schwartz, 1989-2001).